Olaya López Alonso


Sábado 15 de noviembre de 2008, 15:45. Parque del Retiro, Madrid:
Parada frente al lago del parque, me puse a observar con atención la estampa otoñal y romántica que recorría las aguas del retiro.Parejas en barcas de una madera casi rústica dando rienda suelta a las escenas más románticas de su vida. Mis ojos escrutaron con detenimiento todas y cada una de las situaciones qu transcurrían frente a mi con los ojos brillantes de una envidia sana que al llegar a una de las barcas desapareció de repente.


La que pudo ser la tarde más inolvidable del mundo para una pareja se había transformado en un gag propio de "Escenas de matrimonio": uno a cada extremo de la barca como si un muro la partiera en dos; él sostenía un teléfono móvil tan cerca de la oreja que hubiera jurado que la persona con la que hablaba tan efusivamente estaba más conectada con él que la pobre muchacha que enfrente suya se debatía con todas sus fuerzas por mover los remos de forma que la barca no siguiera dando vueltas sobre sí misma.


La sensación que me produjo la escena porvocó una carcajada sonora que concluyó en una mirada de sonrojo por parte de la chica, él pareció no inmutarse mientras continuaba con la mirada perdida en dirección opuesta a su amada y las risotadas de la conversación que mantenía se unieron a las mías.

Supongo que la moraleja de la historia refleja un mundo real en el que paradójicamente la tecnología creada para romper barreras y unir fronteras, se convierte muchas veces en el más insalvable de los obstáculos. ¿Se puede luchar con la distancia cuando no existe?

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